“Cuidar y mantener intacto nuestro territorio, eso es un aporte grandísimo para que nosotros podamos vivir en paz, es un granito de tierra fértil al posconflicto”
Willington Villarreal, guardián tradicional del territorio
En Puerto Leguízamo, Putumayo, viven los Guardianes Tradicionales Indígenas del Territorio, líderes de la etnia Murui, que hacen parte de las comunidades: La Primavera, El Progreso y el resguardo indígena Jiri Jiri. Ellos trabajan de la mano de los jóvenes en el mantenimiento de sus prácticas ancestrales y la conservación del territorio.
Nueve guardianes suman esfuerzos por enseñar a la juventud Murui a trabajar en el fortalecimiento del trabajo colectivo, conocido como minga, en preservar la caza y la pesca, pero manteniendo un balance con el medio ambiente y en vivir de acuerdo con sus leyes tradicionales. Los niños conocen el significado del mambe y del ambil, preparados con hoja de coca y tabaco, respectivamente, y cuyo valor reposa en que están hechos con plantas sagradas. Los guardianes se esfuerzan también para que los niños conserven su lengua y que se sientan orgullosos de su origen. La iniciativa ‘Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento’ acompaña a los guardianes a través de la búsqueda de estrategias que les permitan hacer que esos jóvenes mantengan ese conocimiento.
Edwar tiene 11 años y cuando sea grande quiere ser policía. Le gusta jugar fútbol después de hacer tareas y de acompañar a los mayores en la preparación de las comidas típicas. Tiene muy claro cuáles son los aspectos de su cultura, y habla de ellos con naturalidad cuando se le pregunta por sus significados: “una Maloka es donde uno aprende hacer la mambia, hacer el ambil y cuando se hacen bailes ayudar a los viejos. La Maloka es una casa espiritual donde se hacen reuniones con los abuelos”. A Julieth, amiga de Edwar, le gusta ir a la escuela, para ella lo más bonito de su territorio son los animales y las enseñanzas de los abuelos. Conoce perfectamente su sistema de cultivo: “la chagra es un monte que se tumba para sembrar toda clase de frutas como la yuca dulce, el bacuri, el caimo, la piña y el chontaduro”.
Edwar y Julieth, al igual que los otros jóvenes de la comunidad, reciben formación a través de los “canastos de sabiduría”, material educativo recopilado de las memorias y los saberes de los abuelos, máximas autoridades dentro del resguardo.
Para Willington Villareal, guardián del territorio, una de las mayores preocupaciones es ver cómo la violencia y la falta de oportunidades labores han hecho que jóvenes del pueblo Murui decidan desplazarse a las ciudades en busca de alternativas que no encuentran en sus resguardos. “Los jóvenes con el afán de sostener a sus familias y sus estudios, abandonan los territorios y en otros lugares regalan su trabajo, entran a los grupos irregulares, otros caen en las manos del narcotráfico. Por eso nosotros estamos trabajando para enamorar y buscar estrategias para que esos jóvenes se queden y trabajen en su territorio como es la ley de origen, guiándolos en el manejo tradicional de la ética, la moral y los valores”.
Es por lo anterior que cada día de trabajo para los guardianes es un nuevo comienzo para construir paso a paso un mejor presente y futuro para la juventud de sus comunidades. Es salvaguardar no solo un territorio, sino la vida y los sueños que sólo existen en su propio territorio, porque “un indio sin tierra no es nada”, como dice Hernando Nariño, guardián tradicional del territorio.
Texto: Laura Rodríguez/ David Fayad
Fotos: David Fayad