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Luces, cámara y paz



A orillas del Río Magdalena, en el municipio del Banco, un grupo de Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes (NNAJ) se dan cita todas las semanas en la institución educativa Lorencita Villegas. Gracias a la estrategia “Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento” su tiempo libre lo pasan entre cámaras, luces, historias por retratar y nuevos proyectos audiovisuales a los que ahora dedican su inspiración.


La cámara encendida, el micrófono conectado y las luces en su lugar, los hacen sentir como todos unos reporteros y directores de cine. Cada pequeño tiene su rol en el equipo de producción. Sus historias giran en torno a la paz, la reconciliación y las nuevas reflexiones que se han venido gestando en sus mentes sobre el papel de los niños en la guerra y la importancia de la prevención del reclutamiento.


Este mismo ejercicio se lleva a cabo en el vecino municipio de Tamalamequito, a tan solo 15 minutos de distancia. Allí la sede es la Institución Educativa Silvia Cotes Biswell. En ambos lugares, la estrategia de “Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento”, trabaja también con los NNAJ en formación en fútbol y danza.



“Estas actividades han permitido la generación de entornos protectores a través de las clases que reciben los NNAJ. Es de resaltar la vinculación activa de los padres de familia en este proceso”, dice Jose Nicolás Wild, coordinador de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) en el departamento del Magdalena.


Vulnerabilidades de la zona


Las razones por las que se decidió implementar la estrategia de “Mambrú no va la guerra, este es otro cuento” en esta zona del sur del departamento del Magdalena tienen que ver con su ubicación geográfica, que han traído como resultado una serie de situaciones sociales, que ponen a los NNAJ en situaciones de vulnerabilidad.


En el caso del Banco, el ser un puerto importante del Río Magdalena hace del municipio un foco de redes de tráfico de sustancias ilegales. Por otra parte, se pudo identificar que los niños beneficiados no cuentan con una oferta cultural definida, y mucho menos con espacios para su entretenimiento. En estas comunidades además se reporta la presencia, de prácticas de maltrato y disfuncionalidad familiar, pandillas juveniles, microtráfico y prostitución infantil.


“Acá tenemos jóvenes que cuando les preguntas qué quieren ser cuando grandes, ellos dicen abiertamente que quieren ser paramilitares.Hay estudiantes que lo dicen tranquilamente en el aula de clase, eso se convirtió en una cultura y lo ven normal”, dice una de las maestras de la institución educativa Lorencita Villegas.


En el caso del municipio de Tamalamequito la comunidad reporta que los niños y jóvenes son presa fácil de bandas y grupos que operan en la zona, quienes utilizan sus conocimientos de la geografía del lugar para sus estrategias militares. Ya que el municipio cuenta con un sistema de ciénagas en las cuales muchos de los NNAJ pasan su tiempo libre cazando animales y pescando.


Es por esto que con el ánimo de prevenir que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes entren a círculos de violencia y sean presa fácil de bandas criminales, grupos armados ilegales, pandillas y delincuencia común, la ACR, desde el año 2010, implementa estrategias como esta que fortalecen iniciativas culturales y deportivas en zonas vulnerables de municipios y ciudades de todo el territorio nacional.


Se espera que las escuelas de producción audiovisual, fútbol y danza que comenzaron con la estrategia “Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento” en estos dos municipios del Magdalena, a largo plazo sigan beneficiando a más NNAJ de esta zona del departamento gracias al apoyo interinstitucional.









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